LA OTRA MIRADA
Cuando Santos estrechó la mano de Capriles
Por Daniel Castropé
Es una verdad de Perogrullo que en casa uno puede
recibir a quien le plazca sin mirar raza, credo o religión. Por ende, el
presidente colombiano Juan Manuel Santos, lejos de telefonear a Maduro para
solicitar un permiso inapropiado, actuó correctamente al recibir en el Palacio
de Nariño al líder opositor –potencial y exponencial Presidente de Venezuela–
Henrique Capriles.
Trato de entender, aunque me es imposible
asimilarlo, que Maduro, Cabello y demás herederos de la dictadura disfrazada de
Chávez consideren que Santos faltó a un tácito compromiso al estrechar la mano
de Capriles, por ser Venezuela uno de los facilitadores de las negociaciones de
paz entre el Estado colombiano y la guerrilla de las Farc.
En Colombia decimos, a manera de pregunta: “¿Qué
tiene que ver el caldo con las tajadas?”. Y añadimos con frecuencia: “No se
puede mezclar la gimnasia con la magnesia”. Eso es exactamente lo que ha
ocurrido luego de la reunión entre Santos y Capriles: se están amalgamando dos
situaciones que, entre sí y como un todo, no constituyen una afrenta sino,
quizás, un simple error de apreciación como aquellos que suelen ocurrir entre
dos amantes cuando aparece un tercero.
Capriles no es cualquier aparecido por arte de magia
en la escena internacional. El ex candidato presidencial tiene en su haber más
de siete millones de votos reportados por el Consejo Nacional Electoral de
Venezuela, sin contar los otros sufragios que le dieron el virtual triunfo en
unas elecciones a todas luces fraudulentas. Henrique Capriles Radonski,
quiérase o no, diga lo que quiera decir el oficialismo, es hoy por hoy un líder
en el contexto de naciones de Latinoamérica con repercusiones en otras
latitudes, que bien puede recorrer el mundo en busca de oídos prestos a
escuchar sus demandas y denuncias atiborradas de verdades.
Santos obró conforme a la cortesía y buena educación
que caracteriza a los colombianos. ¿En su momento Chávez, con Maduro en calidad
de primer escudero, creyó actuar en el mismo sentido cuando recibió a los
guerrilleros Raúl Reyes, en la residencia presidencial La Casona, y a Iván
Márquez, en Miraflores? Al primero lo escuchó "toda una madrugada en
privado y en secreto" –reconoció tiempo después–; el segundo fue guiado a
instancias del palacio de Gobierno venezolano por la ex senadora Piedad
Córdoba, declarada seguidora del denominado "Socialismo del Siglo
XXI".
Hace 15 años aún vivía un Balaguer que fue la
'piedra en el zapato' del comunismo en Cuba. Quienes seguimos de cerca el
acontecer diario no olvidamos aquella foto de Fidel Castro, a la sazón de 72
años, con el gobernante dominicano, de 91, quien estuvo al frente de los
destinos de los quisqueyanos por más de tres décadas. Joaquín Balaguer,
bromeando dijo a Castro: "Sentado aquí me siento como uno de sus
soldados", frase con la que se cerró un duro capítulo de desavenencias en
las relaciones entre Cuba y República Dominicana.
Volviendo a terrenos colombianos, con dos actores de
procedencia estadounidense y venezolana, ¿habrá acaso un momento más memorable
que la reunión en la Cumbre de las Américas de Cartagena entre los presidentes
Obama y Chávez? Los dos estaban en campaña por la reelección y estrecharon sus
manos como si fuesen los mejores amigos de este mundo. Chávez obsequió a Obama
el libro "Las venas abiertas de América Latina", de Eduardo Galeano.
No sabemos cómo retribuyó el gesto de cortesía el mandatario norteamericano.
¿Con un virus letal? Descartemos de plano esa absurda posibilidad.
Recapitulando: no encuentro motivo para tanto
alboroto por el hecho de que Santos recibiera a Capriles en Bogotá. Una próxima
reunión entre Maduro y el presidente colombiano, apelando a las finas y exquisitas
maneras de la diplomacia, debe bastar para zanjar las incipientes pero no
nuevas diferencias entre Colombia y Venezuela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario