Por Daniel
Castropé
(Agencia Frank Press-o) En un hecho que todos esperaban en Locolombia, el Presidente sancionó la Ley de Reforma a la In-justicia que ofrece beneficios temporales y permanentes a los honorables miembros del preclaro Congreso de la República, a sus amigos, amiguitos y amigotes de la heredada “para-perra-política”.
(Agencia Frank Press-o) En un hecho que todos esperaban en Locolombia, el Presidente sancionó la Ley de Reforma a la In-justicia que ofrece beneficios temporales y permanentes a los honorables miembros del preclaro Congreso de la República, a sus amigos, amiguitos y amigotes de la heredada “para-perra-política”.
El acto
in-bochornoso, que cuenta con la aprobación del grueso de los colombianos que
miran en el “legislativo” a un ente de alta credibilidad moral y espiritual,
contempla aspectos importantes para la salvaguarda de la imagen de nuestros
prístinos congresistas que, aunque no requieren de normativas para tal
propósito –solo de contratos y componendas burocráticas-, se congraciaron con
el gesto altruista en cabeza y fina nariz del “ejecutivo”.
A partir de
la promulgación de esta anhelada ley –por fin, por fin…-, los honorables
“padres de la democracia” podrán hacer todo lo que se les antoje sin que corran
riesgo sus vestiduras compradas un domingo de ron, sancocho y tráfico de votos.
De tal modo,
y a sabiendas de que nunca ocurrirá -yo debo confiar en ellos, ¿verdad abuelita?-,
nuestros senadores y representantes quedaron blindados -y sus vidrios
polarizados- para matar y ordenar matar; secuestrar y ordenar secuestrar;
hurtar y ordenar hurtar; prácticas éstas que, gracias a la ceguera del Sagrado
Corazón de Simón “el Bobito”, no les acarrearían la pérdida de sus curules.
Un alto
dignatario del gobierno, cuyo nombre omitimos por el alzhéimer de quien
escribe, dijo que sin des-escrúpulo alguno cualquier miembro del máximo recinto
de la democracia colombiana podrá conducir ebrio, espetar su credencial al
rostro de algún policía impertinente –¡malnacido aguafiestas!- y marcharse
tranquilo a casa para seguir la parranda “porque lo respaldan más de 50 mil
votos”… y eso vale en este país.
Agregó la
fuente (¿o esto lo dijo mi abuelita?) que con la recién estrenada ley quedarán “en
el aire”, como las casas de Escalona, unos mil 500 procesos in-justos contra
congresistas, exparlamentarios y altos exfuncionarios públicos que venía
estudiando la Corte Suprema de Justicia, un ente enemigo de la burocracia y de
las vanas costumbres. “Estos procesos son no solo injustos, sino también in-debidos,
in-creíbles, in-morales, h-injue#$%&/”, dijo en tono eufórico.
Mi abuelita,
perdón, el alto dignatario señaló con el dedo índice de su mano ultra-derecha
que en adelante, y quizá hacia atrás (“…en forma retroactiva, mijito”. Gracias,
abuelita), la Corte Suprema de Justicia no llevará más los casos contra
congresistas. “Esto es muy importante, muy relevante, muy significante
(“significativo, bruto funcionario público”. ¡Abuela, ya es hora de que pongas a
cocinar el arroz! ¡Adiós!).
Finalmente,
en el marco y ventana de la ceremonia de promulgación de la ley, una centena de
“micos” festejó hasta el amanecer. Entre tanto, un ave con apariencia de buitre
astuto y sagaz, lanzaba “trinos” a cada segundo…
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