Fue en Cartagena. Gabo buscaba trabajo y, venciendo la timidez que él mismo reconoce, se acercó a las antiguas instalaciones del entonces naciente Diario El Universal, en la calle San Juan de Dios. Allí, detrás de un mostrador, estaba Clemente Manuel Zabala a quien el bisoño periodista se dirigió para pedir una oportunidad laboral. El que fuera más tarde su primer maestro lo había leído ya en El Espectador. De tal manera, aquel le permitió trabajar en el periódico. Luego vendría la gran oportunidad de Gabo de escribir más a menudo bajo la tutoría extrema de Zabala, quien, provisto de un interminable lapiz rojo, corrigió las primeras notas de prensa del naciente literato de Aracataca.
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